martes, 17 de abril de 2012

Siempre hay alguien allá afuera

Llegó a eso de las seis de la mañana, cuando nos disponíamos a cerrar. Limpiaba la cocina cuando Carlos me llamó al salón, advirtiéndome del inesperado visitante. Quién es, le pregunté. No tengo idea, sólo sé que es tu problema, tú eres el jefe esta noche. Me dio una palmada en la espalda y se dirigió a la cocina a terminar lo que había dejado. Respiré hondo y me acerqué con resignación a la mesa que hubo ocupado nuestra visitante.

Algo desaliñada, tenía la mirada perdida y susurraba algo que no comprendía del todo. El maquillaje manchándole los ojos y el labial arrebatado con furia de sus labios, le conferían una imagen irreal, una imagen de mujer brutal.

¿Puedo ayudarte? Es hora de cerrar, ya no hay servicio por esta noche. No prestaba atención a lo que le decía. Permanecía sentada con la mirada perdida, moviendo sus manos, susurrando no sé que.

Posé mi mano en su hombro, tratando de llamar su atención. Levantó la cabeza, viéndome directo a los ojos, se levantó y puso su cabeza en mi pecho. Comenzó a llorar al tiempo que la abracé. No sé, tal vez siempre imaginé a una mujer en mi pecho que pidiera un abrazo para llorar.

Después de diez minutos, abordamos un taxi y llegamos a mi casa, ya amanecía. Encendí la chimenea y el calor comenzó a dilatar la situación. Dijo llamarse Marta, que estaba cansada y tenía hambre. Le ofrecí el sofá para que se recostara, mientras fui a la cocina a preparar algo para comer. Dormía para cuando volví al living. La cubrí con una manta, dejé la bandeja en la mesa de centro y fui a mi dormitorio, a mi cama, también estaba cansado.

Debió ser un par de horas más tarde, cuando sentí su cuerpo junto al mío entrando bajo las ropas. Soy Marta dijo, y me dio un tímido beso, ya estaba desnuda. Hicimos el amor con deleite, como si ya nos conociéramos de siempre.  Fue algo exultante.

Desperté después de medio día. No había rastro de ella, salvo el aroma de su cuerpo impregnado en las sábanas. El living estaba vacío. En la cocina encontré restos de comida y en el baño una toalla húmeda replicaba su olor. Espero no haya sido un sueño, me consolé.

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