Había llegado a la treintena sumergida en el sueño: ¿qué quiero ser de mayor? Pero los jóvenes de su edad se encuentran pagando las consecuencias de un error denominado por unos el “boom de la construcción” y por otros, “los felices años de la derecha española”. Recortes!! Esta era la palabra que escuchaba todos los días. Las protestas se sucedían en todo el mundo. Los denominados “indignados” se hacían un hueco en La Puerta del Sol. Comenzaba una acampada colectiva con un lema común: “Lo llaman Democracia y no lo es” Ninguna comunidad autónoma se quedaba fuera de la ola caótica de las tres erres: Recortes, Reformas y Resignación.
La España de la siesta, la cervecita y la tapa vivía desde 2008 una crisis que había tenido como lugar de origen los grandilocuentes Estados Unidos de Barack Obama.
¿Qué pasaba en la economía mundial?, todo esto le hacía recordar el famoso Crack de Nueva York y al Corralito de Argentina. Recordaba a su abuela, una mujer de 1917, que había vivido tiempos de guerras, postguerra, hambres y penas, y todavía así fue capaz de sacar adelante sola a cinco hijos y un marido enfermo por culpa de una guerra civil, que ni el mismo entendía. El miedo la abordaba, más aún cuando escuchaba datos recientes de desahucios, de comedores sociales que daban de comer a personas con perfiles impensables. Las crónicas parecían sacadas de una novela de terror. Ya no era necesario ir a la página de sucesos para leer noticias desagradables, ni mirar las necrológicas para vislumbrar en la cara de algunos la sombra de una muerte anunciada. El nuevo Gobierno imponía sus criterios amarionetados para salir de la crisis basados en recortes aún más severos y los entendidos en economía criticaban las medidas alegando que con este tipo de política no podría haber crecimiento económico.
La primavera de Ana comenzaba, era el momento de luchar por los derechos de todo un pueblo que se veía frente a la amenaza de Goliat. Fue golpeada, pero lo más que le dolía era ver imágenes en color que en otro tiempo eran grises…
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