martes, 17 de abril de 2012

Laberinto

No sé dónde estoy, ni tan siquiera cómo he podido llegar aquí.  Mi cuerpo está inmóvil, tenso, frío… Intento moverme con todas mis fuerzas, pero es inútil.  A mi alrededor sólo hay oscuridad, una oscuridad que me penetra y me silencia. De repente, siento que mi cuerpo se va desprendiendo muy  lentamente del lugar en donde me encuentro y que cada vez  avanzo más rápido y más rápido… es  una extraña fuerza que me mueve, me impulsa y me sacude.  Me detengo. Abro los ojos y veo que a mis pies se abre un extenso camino. Avanzo. Tengo la  sensación de haber pasado por este mismo lugar en otra ocasión. Desde aquí observo una tenue luz al final del camino y siento la profunda necesidad de llegar hasta allí. Sigo avanzando. Al fin llego y, en un instante, me libero, despierto, ¡al fin respiro!

Unos brazos tiernos y calurosos parecen darme la bienvenida y de mis entrañas comienza a crecer una débil luz verde. Y sigo elevándome y elevándome. Pronto mi cuerpo se viste de color púrpura y me invade una agradable fragancia. Unos seres mágicos danzan a mi alrededor, me tocan, se van, vuelven…Todos desean verme, olerme… Me invade una enorme explosión de júbilo al contemplar cómo de mí emergen nuevas luces verdes que acompañan  mis días y mis noches.

Comienza a llover… primero fueron unas diminutas gotitas, apenas se apreciaban, pero el gris del cielo anunciaba tormenta. Enormes gotas caen ahora sobre mi frágil cuerpo, me golpean una y otra vez. Intento mantenerme en pie, rezo para que todo pase cuanto antes, pero ya no tengo las mismas fuerzas que ayer y caigo exhausta al suelo. Vuelve a estar todo muy oscuro, ¿acaso no habré pasado antes por este mismo lugar?

No sé dónde estoy, ni tan siquiera cómo he podido llegar hasta aquí…

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