martes, 17 de abril de 2012

Mis personajes

Los personajes de mis libros favoritos están acostumbrados a salir de vez en cuando de ellos y dar un paseo por mi habitación. Nunca me ha resultado extraño ver al viejo de la novela de Hemingway, remolcando su enorme pez entre la espuma del agua de mi bañera, o a Sherlock Holmes y su inseparable Watson reconstruyendo mis relatos con los trozos de papel roto de mi papelera. Hace dos semanas encontré a John Silver “el largo” debajo de mi cama con un saco lleno de monedas de oro, mientras su loro “capitán Flint” repetía incansablemente su retahíla de improperios desde el cajón de los calcetines. Para mí, era un espectáculo indescriptible encontrarme cada noche cientos de personajes en mi habitación contándome sus aventuras y sus historias.

Hace unos días compré un e-book y lo cargué con todas mis novelas favoritas.

Desde entonces estoy completamente solo. Mis personajes ya no me visitan como antes.

Esta noche he conectado la luz de la pantalla y los he encontrado golpeando con los nudillos en el cristal, preguntando con la mirada cómo atravesarlo. No pueden salir.

Ellos, que siempre me han protegido de los abordajes de los galeones piratas, que me han acompañado en mis viajes de veinte mil leguas y veinte mil peligros por el fondo del mar; ellos, que cuando he estado triste me han hecho sonreír y cuando estaba perdido me enseñaron el camino a Macondo, estaban ahí, detrás del cristal, pidiendo que los dejara salir.

No he podido soportarlo. Con un destornillador he quitado la tapa de cristal y al instante un ejército de personajillos han comenzado a corretear entre mis piernas. Creo que a partir de ahora, dejaré que vuelvan a sus mundos de papel y olor a tinta.

Ah, y a Jack “el destripador” también lo dejo salir de vez en cuando, pero claro, siempre vigilado de cerca por el comisario Maigret.

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