Hoy se luce pobre y entristecido el que un día tuvo de sobra. Su gran nariz deforme, rota en varias ocasiones, sus gruesos y bembones labios, y unos ojos entreabiertos con desmesuradas ojeras conforman su pálido, aunque firme rostro.
Él está sentado en una de las mesas que se encuentra en la zona del fondo del bar, cerca de los lavabos. Está absorto, tal vez en sus pensamientos, mientras observa con atención un antiguo periódico que sujeta entre sus manos, ya arrugadas y desgastadas, recordando los tiempos de gloria.
Vuelve en sí, termina el crucigrama del periódico y bebe el último sorbo amargo del café caliente que pidió hace ya una hora. Se levanta y se marcha de aquel lugar.
En el crucigrama, ya resuelto, se puede leer en la columna central con letras mayúsculas la solución a aquel juego de vocablos “FORTUNA”. Y es que, a ese hombre, bañado por suerte y dinero durante largos años, el destino le tenía preparado otro lugar.
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