Cada noche llegamos a la orilla de los sueños y en ese instante vuelvo a recordarte que dos por dos son cuatro, que deseo abandonar la mediocridad, y que si no me acompañas por el camino de la libertad, me iré junto a mi perro hacia la soledad tranquila que susurra la brisa.
Y se habrá acabo para siempre lo que percibía injusto para ambos. Se habrá acabado para siempre la tortura de dos personas que se amaron a su forma y que se despegaron de la misma manera sin ventura.
Hoy me dirás que no tengo razón, me la concederás dentro de tres años, y por el camino, perderé la vitalidad de mi querido ser, y tú, el sentido de la naturaleza que te envuelve.
Prefiero sentir, que bien te quise, y desear la felicidad de ambos por sendas propias a la condición de cada corazón.
El que te escribe, en su intimidad, te quiso muchísimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario