El obrero que manejaba la pala excavadora e iniciaba el derribo de la casa fue el primero en descubrir al anciano asomado en uno de los desvencijados miradores.
Las obras se detuvieron y se requirió la presencia de la policía municipal y del concejal de urbanismo para averiguar la identidad del hombre y las razones por las que se encontraba en la vivienda.
Las obras se detuvieron y se requirió la presencia de la policía municipal y del concejal de urbanismo para averiguar la identidad del hombre y las razones por las que se encontraba en la vivienda.
La finca que poseía una hectárea de frondoso arbolado en el centro de la ciudad perteneció a una familia que ya nadie recordaba y durante décadas permaneció cerrada y en silencio como un cofre sepulcral repleto de matorrales y zarzas.
La identidad del anciano se supo enseguida y la noticia corrió como la pólvora por todos los rincones de la ciudad. Muchos vecinos no la dieron crédito pero vinieron corriendo para conocer más detalles congregándose en la calle y frente a las verjas de la finca para conseguir una buena ubicación y ver de cerca lo que sucedía. Nadie quería perderse el acontecimiento y aunque fuese de lejos poder ver al anciano.
La policía estableció un cordón de seguridad, ordenó el tráfico y el acceso de los numerosos periodistas que iban llegando, era evidente que la noticia ocuparía las cabeceras de los medios informativos. Todos aspiraban a conseguir las primeras fotos, las primeras declaraciones del anciano, palabras sin duda de innegable valor histórico.
Entró en el recinto una ambulancia motorizada y poco tiempo después llegó la comitiva de autoridades encabezada por el alcalde y su esposa, jerarcas religiosos y militares y una variada representación de la sociedad civil de la ciudad.
La gente aguardó en silencio en el exterior de la finca, se rumoreó que el anciano saldría al balcón a saludar pero no fue así, cayó la noche y salieron de la casa todos los visitantes sin hacer declaraciones. La gente marchó a sus casas un poco decepcionadas pero con el firme propósito de regresar al día siguiente.
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