lunes, 29 de abril de 2013

ABEL Y CAÍN

Caín conduce a su hermano Abel hasta el interior del bosque. Una vez allí, lo increpa por asuntos sobre los que Abel considera injustos. « ¿Por qué debería renunciar al favor sólo porque tú no estés conforme con el resultado? ¿Qué hubiera pasado de ser tú el beneficiado? Eres un cobarde. Si tienes problemas empuña tu cuchillo contra Dios, que es el responsable, no yo, que sólo me limité a competir contigo en igualdad de condiciones» razona vehemente Abel. Caín, insatisfecho todavía con las explicaciones de su hermano, comenta: «Entonces, ¿qué clase de Dios permite que dos hermanos se enfrenten de esta forma? Si ambos nos esforzamos igual, ¿por qué negarme a mí la gratitud y despreciar mis ofrendas?» explica Caín. « ¿Y quién nos asegura que no seré yo mañana el rechazado por los mismos motivos arbitrarios por los que hoy lo fuiste tú? ¿No creará eso enemistades entre ambos? cuestiona Abel. «¿No era Dios benevolente» continúa Caín. «Hermano, ¡pues entonces expliquemos ante Dios nuestras dudas y temores!». Ambos hermanos comprenden entonces que toda disputa entre ellos es inútil y deciden no volver ofrecer obsequios al Señor hasta que este no les asegure que los dos serán recompensados de igual forma por sus esfuerzos. Así, se dirigen ante Dios, convencidos de que este los entenderá. «¡SI ESO ES LO QUE QUERÉIS,
AMBOS SERÉIS DESTERRADOS DE MI DOMINIOS Y OS CONDENARÉ A VAGAR COMO FUGITIVOS EL RESTO DE VUESTRAS VIDAS! ¡NO CONOCERÉIS EL ÉXITO NI LA FELICIDAD, VUESTRO GANADO ENFERMARÁ Y VUESTROS SEMBRADOS SE PUDRIRÁN!
¡YO OS MALDIGO A LOS DOS, MISERABLES Y HOLGAZANES SEDICIOSOS!». De esta forma, Abel y Caín son expulsados y marchan juntos por el mundo, hambrientos, enfermos y ateridos, en busca de una tierra fértil donde poder fundar juntos una ciudad que pudieran habitar con gentes quien los pudieran acoger. «Hermano, así que Dios era benevolente, ¿verdad?» reprocha Abel. «Sin embargo, ¿no fuiste tú quien sugirió un diálogo sincero con Dios?» grita enojado Caín. Ambos  hermanos comienzan a discutir en tono grave e irritado hasta que el mayor estalla y estrangula al pequeño, dejando su cuerpo oculto entre unos matorrales, al alcance de los bichos y las bestias carroñeras, que no dudan en alimentarse de su carne.

No hay comentarios:

Publicar un comentario