Un aburrido día de marzo fue cuando empezaron los carnavales de Tinajo, y yo ponía rumbo hacia allí, hacia la multitud, y como siempre, solo se veían caras de desprecio, asco, venganza, discriminación… todo el pueblo sumido en la más pura controversia contra los jóvenes del pueblo. Y ahí estoy yo, en el velatorio del pueblo con supuestos amigos que no veré más en toda la noche.
En el ventorrillo estaba la buena vida, la auténtica, la que yo buscaba, la escoria del pueblo, escoria que aun así, invitaba a las copas.
Era sobre las 12 de la noche y me dirigía a los aparcamientos, por si encontraba inspiración para seguir bebiendo o escribir algo, no la encontré, solo un yonki que me debía 20€ desde hacía 3 años. Si fuera por él no se acordaría ni de quien era su madre para no pagar, pero no importaba, porque antes de que terminara de hablar yo ya estaba hablando con una piva en el capó de un coche, no sé ni quien era, ni su nombre, ni nada, solo sé que a los 30 minutos ya estaba rumbo de echarle un buen cuajo en la “casa vieja” (una casa que podría tener como 150 años y estaba abandonada desde hace 100).
En una de estas que le estaba quitando algo de ropa, con la borrachera que teníamos los 2 nos caímos al suelo, y ya sabes como es el suelo de casas abandonadas: piedras, bloques, aulagas, trozos de madera, hasta las paredes estaban a punto de derrumbarse, solo faltaba que nos llenáramos de pulgas para salir de allí hechos una completa mierda, llenos de rasguños, y encima, sin haber hecho nada, o por lo menos, yo no lo recuerdo.
Me dirijo de nuevo al ventorrillo, envisto mi último chupito de vodka y pierdo el conocimiento.
Me despierto en mi casa a las 7:30 de la mañana y solo atino a decir:
-Vaya resaca que tengo dios… bueno, por lo menos encontré a esa puta-.
En el ventorrillo estaba la buena vida, la auténtica, la que yo buscaba, la escoria del pueblo, escoria que aun así, invitaba a las copas.
Era sobre las 12 de la noche y me dirigía a los aparcamientos, por si encontraba inspiración para seguir bebiendo o escribir algo, no la encontré, solo un yonki que me debía 20€ desde hacía 3 años. Si fuera por él no se acordaría ni de quien era su madre para no pagar, pero no importaba, porque antes de que terminara de hablar yo ya estaba hablando con una piva en el capó de un coche, no sé ni quien era, ni su nombre, ni nada, solo sé que a los 30 minutos ya estaba rumbo de echarle un buen cuajo en la “casa vieja” (una casa que podría tener como 150 años y estaba abandonada desde hace 100).
En una de estas que le estaba quitando algo de ropa, con la borrachera que teníamos los 2 nos caímos al suelo, y ya sabes como es el suelo de casas abandonadas: piedras, bloques, aulagas, trozos de madera, hasta las paredes estaban a punto de derrumbarse, solo faltaba que nos llenáramos de pulgas para salir de allí hechos una completa mierda, llenos de rasguños, y encima, sin haber hecho nada, o por lo menos, yo no lo recuerdo.
Me dirijo de nuevo al ventorrillo, envisto mi último chupito de vodka y pierdo el conocimiento.
Me despierto en mi casa a las 7:30 de la mañana y solo atino a decir:
-Vaya resaca que tengo dios… bueno, por lo menos encontré a esa puta-.
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