En ausencia del sol no hay calma ni silencio, el suave viento que surca el cielo empuja las grises nubes que corren por siempre desde el oeste. Ningún horror puede ser más terrible que la tortura diaria de la incertidumbre y el misterio, terror más terrible por su ambigüedad. A medida que los días vigiles se hacen menos soportables por monótonos y grises, caminando sobre un mundo sin sol, las fantasías me asaltan en soledad. Muchas veces he recorrido este valle y cada vez me demoro más en el. Una desolada llanura donde se levanta una enorme luna gris a través de una fina niebla espectral, portadora de quien sabe que nuevas inquietudes. Observo con asombro y todo me resulta ajeno. Sonidos de lejanas campanas que tañen de cuando en cuando, mientras cae una mansa lluvia sobre rocas de sombríos y vetustos colores. Aguas negras y aceitosas fluyen en sinuosos laberintos entre árboles secos y ruines de largas ramas que se ondulan y retuercen como tentáculos. Por encima de mi cabeza se cierne una lúgubre cúpula de nubes bajas y plomizas. En todo parece haber un indicio de fatalidad.
Dormir se convierte en un refugio luminoso para mi, en sueños puedo encontrar la armonía que en vano en la vida he intentado hallar. Por las noches mientras el cuerpo descansa el espíritu se desvanece por completo, parte en viaje a una región de ensueño donde intenta cruzar puertas brillantes, abrir cerrojos que conducen a espacios ilimitados de luminosas dimensiones cruzadas y entrar al blanco y vacío desierto de hipnótica paz, donde su fragante y suave viento no trae la llamada del oeste. Sumido en estos sueños permanezco algún tiempo, mezclado con el presente siempre hay mucho del pasado, mi percepción del tiempo termina por desaparecer mientras el encadenamiento de mis pensamientos me pregunta acerca de cual será el sentido pleno de la vida, y el cómo llegue aquí. Mi propia identidad parece escabullirse.
Un caminante nocturno y las fantasmagorías que pueblan su mente plagada de momentos en que la soledad se impone ante cualquier pretensión racional. Los delirios de un viajero anónimo abatido en una lucha maniquea entre el bien y el mal, que no responde a nombre alguno. No será recordado en la historia, solo será sencillamente el viajero caminante.
Me gustaría que el administrador de este blog tildara correctamente las palabras, ya que puede parecer que es el autor del relato el que ha cometido estos fallos, cuando no es así. Les recuerdo que "mí" y "él" cuando son pronombres personales se deben tildar. Y en caso de ser culpa del autor del relato, tal vez se deberían corregir esos pequeños fallos ortográficos antes de publicarlos aquí.
ResponderEliminarSaludos, no se tomen a mal mis propuestas, por favor.