lunes, 15 de abril de 2013

Confesión


Querido amigo:
 
Imagino tu cara de asombro e incertidumbre, al encontrar esta carta bajo tu puerta.  Lamento mucho ser tan cobarde, estos catorce años de amistad no me dan el valor suficiente para dirigirme a ti en persona.
Si tu fueras otra clase de hombre, si no fueras uno de esos eternos románticos que creen en un único amor para toda la vida; si no me hubieras hablado una y mil veces del cariño tan profundo que sientes por ella; si no supiera que ella es el ancla que te mantiene en este mundo, si creyera que exageras, si  hubiera descubierto  la más mínima grieta en tus sentimientos,  tal vez entonces, querido amigo,  podría mirarte a los ojos y decirte la verdad. Nunca he soportado verte sufrir.
¡Qué más da cómo lo descubrí todo! Solo diré que  la vi. Caminaba sonriente, relajada,  parecía feliz. Su  mano derecha entrelazaba  la mano de un hombre. Otro hombre.
 No pude reaccionar, tal vez igual que tú cuando leas estas líneas, mis ojos fijos en ella ni tan siquiera parpadeaban,  porque eran incapaces de darle sentido a lo que estaban viendo. Fueron minutos que sentí como horas hasta que mis pies me llevaron lejos. Te prometo, querido amigo, que quisiera terminar esta maldita carta en este párrafo, pero no puedo.
Al día siguiente  me presenté en su trabajo. Te diré que no fingió, se limitó a darme una fría cronología de los hechos. Todo había empezado, como un juego inocente un año atrás, una aventura sin importancia que terminó siendo más importante que tu
Ahora entenderás la razón de  aquella  apatía suya en la cama.  Me hacías la confidencia casi avergonzado, y la achacabas  a la rutina, pero en realidad se debía a que  no quería tus caricias porque al llegar a ti, su cuerpo ya estaba lleno de las caricias de otro.
Quisiera poder escribirte que estoy loca de atar, que perdí el juicio y te he gastado una broma cruel, pero no puedo, te estaría mintiendo, y no quiero más mentiras en tu vida.
 Tienes mi hombro para llorar, y mi cuerpo que te ofrezco como  bastón. Si no puedes levantarte, no te preocupes, yo tiraré de ti. No dejaré que te hundas, ni que dejes de creer, querido amigo, porque el amor verdadero existe. Solo hay que saber buscarlo en la mujer adecuada.


Tu fiel amiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario