martes, 17 de abril de 2012

Susana

Amanece. Las gotas de lluvia resbalan por la ventana. Susana las contempla, absorta en sus pensamientos. Un nuevo día, un nuevo amanecer, otro más. En la calle se desarrolla el cotidiano ajetreo, coches que circulan con rapidez, gente que se apresura para llegar a su trabajo, negocios que abren sus puertas.

Susana oye esos sonidos, pero ajena a todo, contempla absorta cómo se deslizan las gotas. Su cuerpo se encuentra arropado en la cama de su habitación pero su pensamiento va mucho más allá, indiferente a todo lo que la rodea. Busca un motivo, algo que le dé la fuerza y el valor para seguir adelante. No tiene ilusión. La vida le ha puesto la zancadilla muchas veces y se le hace muy difícil remontar. Es como una cima imposible de alcanzar. Se siente como una gota, insignificante, ante la copiosa lluvia. Pero ese día iba a ser diferente.

Un sonido extraño y lastimero la saca de su estado. Susana, ante un impulso, se levanta. Mira fuera y descubre a un ser indefenso que necesita ayuda. Las miradas se entrecruzan. Los ojos del gatito pedían auxilio al verse atrapado en la alcantarilla. Salió a la calle y lo liberó. Una vez en casa, con él en su regazo, se sentía plena y satisfecha, sus pensamientos habían dado un giro. Un gesto tan sencillo le había hecho sentirse útil y necesitada, fue la chispa que despertó en ella sentimientos positivos.- Aquel pequeño ser dependía de ella y la miraba agradecido. Él había luchado por la vida y consiguió la ayuda necesaria. Por tanto, Susana se dio cuenta de que no tenía sentido su letargo. Decidió luchar y ver cada nuevo día como un regalo, una nueva oportunidad de ser feliz y ayudar a otros sintiendo una gran paz interior.

Amanece…un nuevo día, un nuevo amanecer.

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